Por Alberto Asseff*
Es nuestro vecino y socio. Es, pues, esencial conocerlo todos los días un poco más íntimamente, así como ellos pareciera que se interesan por estrechar algunos vínculos con nosotros y el resto de nuestra hispanohablante América. Es lo que indica el creciente estudio del castellano en todo el Brasil, para señalar un ejemplo.
La geopolítica brasileña es una de sus principales Políticas de Estado. En contraste con la Argentina – que de geopolítica ya ni se habla -, nuestros vecinos la tienen en la cumbre de su estrategia nacional.
La geopolítica es una guía maestra para pergeñar y realizar acciones de gobierno e inducir las de la sociedad. A partir de la geografía se elaboran políticas, sea para cabalgar con ella a favor o para modificarla, conforme convenga a los grandes objetivos.
Brasil se desarrolló por las costas marítimas, desde el norte del Amazonas hasta casi el Plata. La geopolítica, torciendo ese ‘natural’ despliegue, determinó que se debía interiorizar el poder brasileño. Así se fueron trazando las ‘rodovías troncales para conectar la ribera con el Acre y las fronteras con Colombia, Venezuela y el Perú amazónico. Así se trasladó la capital a Brasilia y así, Itaipú – en un caso diametralmente opuesto a Yacyretá – se erigió – además de una formidable productora de electricidad – en el pivote de un extraordinario eje de desarrollo periférico, desde Foz Iguazú hasta Cascavel y más adentro, buscando penetrar el territorio propio.
Foz era hace cuarenta años una pequeña aldea, parecida a Puerto Iguazú. Hoy es una populosa y pujante submetrópolis, un claroscuro respecto de la ciudad nuestra que sigue su balbuceante crecimiento, pero muy rezagada.
Tan Política de Estado es la geopolítica del Brasil que quien tiene sobre sus espaldas – y en su cerebro – la conducción de esa estrategia en la actualidad, fue sucesivamente ministro de Fernando Henrique Cardoso, Lula y ahora de Rousseff. Me refiero a Nelson Jobin, ministro de Defensa.
Las líneas directrices de la geopolítica de nuestro socio están bien marcadas: protagonismo institucional en la ONU como expresión del poderío político-económico del país con alcance global. Así busca ligas por todo el orbe que le abran el pórtico de un sitial permanente en el selecto Consejo de Seguridad. Francia, por ejemplo, ya lo apoya para lograr esa meta. Defensa sudamericana. Sabe que en una defensa sudamericana conjunta tendrá la solidez que necesita para preservar el dominio del Amazonas y de las riquezas marítimas, cuantiosísimas, en igual proporción a la colosal longitud de sus costas. Ya prevé las confrontaciones por las escaseces de alimentos, agua y energía para 2040. Trabajar los vínculos con la vecina África, compitiendo en ese escenario emergente con Francia, EE.UU. y China, sabedor que es un portentoso mercado a mediano plazo. Transferencia de tecnología, como instrumento insustituible para añadir valor al trabajo, único modo genuino y real de enriquecerse. Por eso, sin ambages le dice no a Washington cuando pretende venderle aviones cazas sin esa transferencia, al contrario de los Rafaele franceses. Respalda a la Argentina en su reclamo de soberanía incluyendo no sólo a las Malvinas, sino a las Georgias y Sándwich porque no quiere rivales extrarregionales en el Atlántico Sur y porque, asociado con la Argentina y Chile, mira a la Antártida. En suma, busca consolidar la Unión Sudamericana porque no le arredra el desafío de tener que ceder algo para ganar un objetivo estratégico que se sintetiza en una palabra: poder. Será mejor con Sudamérica socia, que rivalizando.
La geopolítica brasileña tiene una clave: saber lo que se busca y laborarlo a largo plazo, sustraído de los zigzagueos de los turnos políticos circunstanciales.
Otra llave maestra – sí, Brasil da magisterio en muchos aspectos – es que nuestro vecino rinde culto al acuerdo y rehúye de las confrontaciones tipo “vida o muerte”. Así, concordando, logró su independencia, su dificilísima – a priori – unidad territorial, superar al esclavismo, sepultar a la dictadura sin olvido y sin represalias y trabajar para rescatar de la pobreza a 30 millones con asistencialismo efectivo, no efectista, en medio de un desarrollo que ofrece oportunidades de trabajo, esto es el supremo modo de la dignidad y derecho humanos.
La geopolítica del Brasil proporciona varias notas que se pueden tener presentes a la hora de ponerle rumbo cierto a nuestro país.
*Profesor de Estrategia e Historia. Dirigente del partido nacional PNC UNIR.
www.unirargentina.com.ar
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