LA PLATA-BUENOS AIRES, Mayo 16 (Por Martín López Lastra para Agencia NOVA) La crisis financiera internacional, dicen quienes saben, reescribe la historia sobre las cenizas del viejo paradigma liberal del mercado todopoderoso y restaurativo de sus propias heridas. El estado sale en socorro de los bancos y de gigantescos emporios empresarios sin avergonzarse de una traición a los principios de la economía occidental.
La crisis en este país y, específicamente, estas elecciones también pueda escribir nuevos paradigmas acerca de la significación política. Después del avance de las listas testimoniales, aún en disputa ante la justicia electoral, surgieron declaraciones que provocaron un tembladeral desde el oficialismo.
No es para menos, si en poco tiempo se transforma el tenor de lo que era una candidatura emblemática y simbólica.
La referencia es directa y precisa hacia la figura del gobernador Daniel Scioli quien, primero a través de Néstor Kirchner y luego en sus propias palabras, desnudó la incertidumbre sobre su continuidad al frente de la gobernación más apetecida por el poder después de la Presidencia.
Más o menos señaló ante un canal de cable porteño que “tomaré las decisiones que correspondan en el momento oportuno”, sugiriendo que todo está vinculado a la penumbrosa etapa que separa el 28 de junio de las asunciones de nuevas caras en la Legislatura provincial y el Congreso nacional.
Así, en medio de una crisis donde nada sobra Scioli indica que la decisión que adopte no será personal, sino “de equipo” a manera de eufemismo para valorar la real dimensión las palabras de quien le antecede en la lista de candidatos a diputados nacional, Néstor Kirchner. Este había señalado que estaba en “veremos” la decisión de Scioli de asumir en el Congreso.
La contracara de asumir como legislador es la de renunciar como gobernador, aunque suene dura la expresión. Dos años seguros más de mandato se transforman en un camino sinuoso que puede no tener llegada final hacia diciembre del 2011. Y ahí comenzó el temblor en las redacciones y luego la inquietud justificada en distintos organismos representativos estatales y públicos. ¿Si por el tema electoral está todo parado, quien será el interlocutor después de las elecciones?-
Voceros cercanos al poder provincial intentan poner paños tibios, pero se esfuerzan en su capacidad argumentativa. Reinterpretan las declaraciones del jefe de estado provincial y aluden a que “se debe analizar que conviene más a la Provincia, si desde el Congreso o desde el actual rol adquirido por la votación hace dos años”. En la aventura por descubrir nuevos paradigmas políticos, Scioli parece sugerir la inversión del sentido común del político de raza en su camino hacia el poder.
Deberá correr mucho agua por el río para demostrar que un cargo legislativo nacional que licua el poder de decisión personal pueda tener una valoración superior que el status de jefe unipersonal de un estado en el cual se administran de manera directa recursos materiales, personal y el destino de quince millones de habitantes que, a veces con muy poco, le pueden dar el bronce de la historia. Difícil hallar una respuesta cuando de gobernador se pasa a ser un legislador entre setenta por una provincia y luego señalar a viva voz y con convencimiento de que se puede hacer exactamente lo mismo. Hay una diferencia entre, por ejemplo, asignar una partida presupuestaria urgente para solucionar una problemática puntual de inseguridad o salud y escribir un proyecto, tal vez para largo plazo, que debe pasar por el tamiz de 253 colegas
Igualmente, en el entorno del gobernador están convencidos de que este mensaje no debe ser tomado como una subestimación hacia bonaerenses que reclaman soluciones directas e inmediatas. Otra explicación puede ser la de una salida poco elegante ante una sorpresa en el discurso dominante del santacruceño quien, de esta manera se autolegitima como aquél que sigue llevando la batuta de la orquesta.
Kirchner está convencido de su jugada y del riesgo que asume con la apuesta entre la prolongación o la evaporación de su proyecto. Su ausencia de la lista hubiera significado no tener continuadores en la ejecución, sino autores de un proyecto distinto para el peronismo y el país. Todo esto alentado por aquellos que desde las penumbras de un malinterpretado ostracismo quieren volver al protagonismo nacional.
Pero la apuesta más riesgos de Kirchner tiene también sus costos. Hace algunas semanas se señalaba que ese apellido no garantizaba por sí sólo el triunfo y, por consiguiente, se sumó a Scioli y a Sergio Massa y a los intendentes. Ahora la interpretación que genera malhumor en segundas líneas del oficialismo es el techo impenetrable que genera en las encuestas para el interior, donde se juega la voluntad de un tercio del padrón provincial. En algunos distritos como los del norte, correspondientes a la segunda sección electoral hubo encuestas que midieron a Scioli y a Massa en una lista sin Kirchner con una intención de voto con nueve puntos más que en una lista con el ex Presidente a la cabeza.
Demasiado tarde para lágrimas podría decirse en el seno del sciolismo que aspira a consolidarse como un nuevo proyecto oficial. Pero tales encuestas, como las que se realizaron en distritos como Pergamino, para dar un ejemplo, alientan otro análisis a futuro. Scioli podría presionar, de hecho obtuvo algunas concesiones del kirchnerismo en las listas, aunque no las suficientes y justas en torno a lo que aporta: imagen y votos. No hay una respuesta proporcionada al aporte que es la de un gobernador que se postula para acompañar a un proyecto que tiene un resultado incierto a nivel nacional.
Lo de Massa se puede explicar sólo desde la presión o desde algún ofrecimiento político tentador para un futuro inmediato. De otro modo no se puede comprender sus largos días de recorrido en Tigre con campañas para el Dengue cuando su responsabilidad momentánea tiene destinos más allá del Delta. Finalmente debió acceder a un cuarto lugar incómodo en relación con sus pretensiones. Al igual que Scioli, también fue víctima del kirchnerismo a ofrecer mas de aquello que recibe.
Las broncas y resentimientos ceden en tiempos de campaña. Se evita blanquear diferencias que puedan poner en peligro el capital político electoral. Pero es posible que, de acuerdo con resultados electorales no previstos, la ebullición se haga presente.
Varios dirigentes peronistas bonaerenses consultados admitieron tener preparadas varias facturas para dejar en mostrador donde atiende el kirchnerismo si las noticias ofrecen más sinsabores que satisfacciones.
El misterio de siempre es saber que harán los desencantados o, en buen romance, quienes quedaron fuera de las listas. ¿Harán juego con el peronismo disidente?. Muchos de ellos pueden no manejar grandes aparatos, pero mantienen una fuerte capacidad para hacer daño. Y cuando uno no juega en el partido no importa cual es el resultado, sino de qué manera entrar a la cancha con el pie derecho. La noche del 28 de junio podría dar detalles de esas posibles maniobras.
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