Sostiene la senadora Blanca Osuna, de la Alianza Frente Justicialista por la Victoria de Entre Ríos, que legisla para la minoría.
Afirma que hay una desigualdad ante la ley y que no hay razones efectivas para negar derechos a las minorías.
Omite la senadora que la legislación de matrimonio y de Familia es de Orden Público, a la vez que reconoce que deberán aprobarse nuevas normas a la “completud” de la norma (implicando que la Ley está mal hecha, y que indudablemente traerá juicios por inconstitucionalidad).
La senadora se reconoció como católica.
No importan los argumentos que ilustren a los legisladores: la posición fundamentalista es sorda a cualquier razonamiento, a cualquier racionalidad.
Afirmaciones como las que se oyen en favor del matrimonio homosexual o de la unión civil, hace reflexionar si existe alguna diferencia entre la democracia y la coprofagia, cuyo centro acaba siendo cada funcionario público que apareció en una lista sábana a quien nadie conocía y que ahora utiliza la palabra para espetar lo más abyecto que se pueda imaginar.
Para estos legisladores, la familia es como un chicle que se puede acomodar a lo que se les ocurra a ellos. 72 personas en este momento pretenden imponer sobre más de 40 millones de ciudadanos un matrimonio inexistente, nulo, inválido y una ley inicua. ¿Qué haremos los millones víctimas de esta minúscula minoría representativa de sí misma, no de Provincias ni de ciudadanos?
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